Uno de los momentos más importantes para mí como periodista, fue atestiguar los inicios de Santa Sabina. Y eso quedó plasmado en esta semblanza que les realicé en su lugar de ensayo. Recuerdo muy vívidamente cuando Alfonso André, baterista de Caifanes, me dijo con vehemencia que debía de llevar al programa a este grupo nuevo de chavitos. La oferta la tomé muy poco tiempo después. Un grupo me había cancelado la presentación en el programa apenas con dos días de antelación y eso podría traer consecuencias. Así que contacté al manager -Guillermo Von Son si no mal recuerdo- y rápido arreglamos su presentación y grabación de semblanza. Llegué a esta zona de casas lujosas. Y afuera, tomando el agradable y tibio sol vespertino, estaba una chica -muy chica a mi entender- rodeada de chamacos con una actitud increíble. Cuando comenzaron a tocar, supe que íbamos a tener uno de esos grandes programas. Y aunque en mi texto de la semblanza dejo ver que realmente tenía fe en que llegaran lejos, no pude imaginarme la trascendencia que tendrían.
Otro de los momentos importantes de Santa Sabina y Música Sin Fronteras, fue cuando transmitimos un festival de rock mexicano -hecho inédito, al menos después de Avándaro y antes de que Telehit se apropiara de Vive Latino-. GRAPAZ, Grupos de Rock Por la Paz, fue un pretexto para reunir a excelentes bandas del DF en el verano del 89 o 90 (no recuerdo). Los grupos fueron La Clave, Juguete Rabioso, RAXAS (que por cierto estos grupos tuvieron un encuentro poco pacífico por saber quién iba antes que el otro. Digamos que trataron de revivir lo de Hendrix y The Who en Monterrey, con sus años luz de distancia). Los estelares fueron Santa Sabina y Café Tacuba. Esa noche Rita alcanzó un status de icono que nunca perdería. Fanáticos delirantes bailaban, coreaban y se hipnotizaban en el funky vaivén de la cantante, acentuado por su diminuto vestido de color negro. Una dirección de cámaras y producción muy psicodélica para los gustos actuales, subrayan el momento casi irreal de aquella noche sorprendente, donde el grupo nos tomó del alma, nos hizo bailar y jurar que era lo más impresionante que habíamos visto. Si esto hubiera sucedido en un festival americano, ya hubiera habido película y toda la cosa. Pero afortunadamente para mí, para los dos mil empapados que coreaban las canciones en Ángela Peralta y para los no sé cuántos que vieron una vez esta transmisión a las 3AM, es inolvidable. De este concierto, se transmitieron dos canciones de Santa Sabina. Ahora los ves voy a obsequiar este clásico llamado Gasto de Saliva. El otro... el otro lo compartimos en otra ocasión.
Años después, cuando pasé al radio, las ocasiones de estrenar sus canciones fueron muchas, pero de platicar con ellos, pocas. La última vez que la vi y platicamos padrísimo, fue en el Rock Stock, de la Zona Rosa. No recuerdo si fue por ahí del 95. Yo llegué como hijo de vecino, me acerqué al camerino -detrás y debajo del escenario- ella me vio, y con una mega sonrisa me dijo "pásale". Saludé al resto de la banda (ya con cambios en la alineación) charlé con ella unos minutos, me despedí con un abrazo y me dispuse a ver otro gran concierto.
A tres años de su desaparición física, me puedo preciar de ser un testigo cercano del inicio y encumbramiento de este grupo y en especial de este caso increíble de éxito, carisma, talento y trascendencia personificada en la voz, menudo físico pero de espíritu inconmensurable: Rita Guerrero.